CATHAY WILLIAMS, LA EX ESCLAVA QUE SE HIZO PASAR POR HOMBRE PARA ALISTARSE EN EL EJÉRCITO DE EE. UU.

El 2 de enero de 1876, el periódico The St. Louis Daily Times publicaba una asombrosa entrevista que no solo levantó bastante expectación entonces sino que permitió pasar a la posteridad a Cathay Williams –a veces también aparece como Cathy–, pero su efímera fama se la debió a su otra personalidad, la del soldado William Cathay.

De la redacción de EL NORTE
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Cathay nació un día indeterminado de septiembre de 1844 en la localidad de Independence (Missouri). Era hija de padre libre y madre esclava, lo que jurídicamente la convertía a ella también en esclava. Como tal, trabajó hasta la adolescencia en la plantación de un hacendado apellidado Johnson, situada en Jefferson City, en el mismo estado, pero a los diecisiete años se le presentó una insospechada oportunidad de dar una radical vuelta de tuerca a su penosa vida cuando la localidad fue ocupada por un destacamento de la Unión. Y es que el 12 de abril había estallado la Guerra de Secesión.
El cambio para los esclavos de Jefferson City fue limitado. Dejaron de tener esa condición pero tampoco se les concedió la libertad plena, por lo que se les definía temporalmente con el curioso término de contrabando y seguían teniendo obligaciones laborales: ya no trabajaban en las plantaciones pero sí debían hacerlo -con paga- en tareas auxiliares del ejército: cocineros, enfermeras, lavanderas, asistentes… En concreto, Cathay fue destinada a servir en un regimiento de infantería, el 8.º de Voluntarios de Indiana, a las órdenes del coronel William Plummer Benton.

En el ejército

Durante ese lapso, Cathay fue trasladada a Little Rock, donde debió quedarse estupefacta al contemplar por primera vez soldados negros de la Unión. Y es que los avatares de la guerra habían trocado las cosas respecto a los esclavos: las derrotas sufridas por el ejército nordista en el verano de 1862 decidieron a Lincoln a abolir la esclavitud en los estados de la Unión que la permitían y a emitir la Proclamación de emancipación, por la que se manumitía a todos los esclavos del sur a partir de enero de 1863. Inmediatamente empezó el reclutamiento de soldados negros para formar lo que se llamó USCT (United States Colored Troops), formándose ciento setenta y cinco regimientos con un total de ciento setenta y ocho mil hombres. El caso es que la visión de gente de su raza vistiendo el uniforme azul (Búffalo soldiers, como se los conocía desde que los indios los llamasen así, seguramente por el pelo ensortijado y el tono de su piel o quizá porque cuando los vieron por primera vez vestían gruesos abrigos de piel de bisonte al ser invierno) debió dejar honda impresión en la mente de Cathay y quién sabe si sería entonces cuando empezó a rondarle la idea de imitarlos. Si fue así, tuvo que esperar, porque recibió una nueva orden de traslado, esta vez a Washington D. C. Su nuevo superior iba a ser nada menos que el general Philip Sheridan y con él permaneció un tiempo hasta que obtuvo un nuevo destino en Jefferson Barracks, en Lemay (Missouri), una guarnición que hoy usa como base la Air National Guard. Allí estaba cuando el 9 de mayo de 1865 terminó oficialmente la guerra.

Al servicio

Fue entonces cuando Cathay se lanzó a la aventura, quizá porque su futuro en las nuevas circunstancias no estaba claro (en la entrevista al periódico explicó que no quería depender de nadie) y, al fin y al cabo, se había acostumbrado a la vida militar. El caso es que se alistó en el Ejército haciéndose pasar por hombre para salvar la ley que prohibía a las mujeres acceder a filas. Adoptó el nombre de William Cathay y el 15 de noviembre de 1866 firmó un contrato por tres años en St. Louis (Missouri), la localidad donde décadas después saltaría su historia a la luz. Al parecer tuvo la suerte de que le hicieran un análisis médico bastante superficial y así fue asignada al 38.º Regimiento de Infantería.
Es curioso lo de los médicos porque, a pesar de que la nueva recluta enfermó con frecuencia e incluso tuvo que ser ingresada en un hospital al contraer la viruela, no descubrieron su sexo, lo que da una idea significativa de la pobre atención que recibían los pacientes. Y eso que aunque Cathay fue dada de alta y se reincorporó a su regimiento, este había sido destinado a Nuevo México, lugar donde el calor y los esfuerzos la pasaron factura, quedando de baja a menudo. Tanto que tarde o temprano tenía que ser descubierta por algún doctor más avispado y, en efecto, así ocurrió.
El galeno informó a sus superiores que la expulsaron fulminantemente el 14 de octubre de 1868. Había logrado estar en el Ejército más de dos años sin que nadie se diera cuenta de su condición femenina, salvo un primo y un amigo que se habían alistado a la vez que ella y estaban en el mismo regimiento, siendo conocedores del engaño pero guardando el secreto. Durante un tiempo siguió ligada a la vida militar indirectamente, trabajando como cocinera en Fort Union, pero más tarde se marchó a Pueblo (Colorado), donde se casó con un individuo que a la primera oportunidad la dejó tirada, llevándose sus ahorros y varios caballos.

Fuentes: Cathy Williams. From slave to Buffalo Soldier (Phillip Thomas Tucker)/African americans in the military (Catherine Reef)/Buffalo Soldiers in the West. A black soldiers anthology (Bruce A. Glasru y Michael N. Searles, ed)/