Los pellets sexuales se implantan en personas con déficits o desequilibrios de testosterona y/o estrógenos. Son una alternativa más personalizada y cómoda, en la terapia hormonal bioidéntica, para tratar la falta de apetito sexual y otras afecciones.

De la redacción de EL NORTE
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Se conoce como el chip o pellet sexual, de la juventud o de la felicidad. Lo primero porque es un tratamiento que se basa en la implantación de unos diminutos gránulos bajo la piel que liberan hormonas. Y segundo porque quienes lo llevan mejoran el apetito sexual, la vitalidad (y varias afecciones más) y, en cierto modo, rejuvenecen.
“Tanto en hombres como en mujeres, después de los 30 o 35 años, el órgano, bien sea el ovario o el testículo, empieza a bajar la producción”, explica César Montiel, doctor especializado en ginecología y obstetricia y medicina del deporte de Neolife. Esta terapia busca equilibrar y reponer las hormonas (testosterona y estrógenos) que el paciente ya no produce con el fin de mejorar los síntomas que esta carencia suele manifestar: disminución o falta de apetito sexual, de vitalidad, de energía, de memoria y concentración, del músculo esquelético y un aumento de la masa grasa.
La doctora Haydee Camacho, experta en terapia hormonal bioidéntica, comenta que, además de una disminución de la libido, el déficit de hormonas se puede manifestarse en dormir poco o con interrupciones, levantarse cansado hasta el punto de necesitar varios cafés u otras bebidas estimulantes al día, sentirse embotados, irritabilidad, desánimo por la tarde, caída de pelo, uñas quebradizas o sequedad de la piel y la vagina.
En el ámbito médico, el pellet o chip sexual supone una alternativa a las pastillas, geles y parches de lo que se conoce como terapia de reemplazo hormonal bioidéntica. En el último término se encuentra la diferencia: como indica la palabra, se trata de hormonas naturales, provenientes de plantas, que son biológica y químicamente idénticas a las que producimos nosotros. “La terapia de reemplazo hormonal de manera sintética se demonizó mucho en su momento. Las bioidénticas son más seguras porque son naturales”, señala Montiel.
En la misma línea se expresa la doctora Camacho: “No he visto ninguna alergia ni intolerancia que sí ocurren con otros tratamientos derivados del bovino, con las pastillas sintéticas de origen animal. Las bioidénticas son de origen vegetal y la molécula es igual a la del propio organismo. Los tratamientos con hormonas tienen mala fama porque se hizo un estudio hace muchos años que no estaba bien delimitado, fue un estudio grande, pero no bueno”.
“Es todo muy flexible y personalizado”, enfatiza Montiel. Y añade: “Es más, si no tenemos ningún riesgo de cáncer, se está hablando, según estudios, que tiene un efecto protector en cáncer de próstata y cáncer de mama. Está ya más que corroborado que protege a nivel de la hiperplasia prostática y la futura aparición de cáncer”.
¿Cómo y dónde?
Estos gránulos o cápsulas, que contienen una macroconcentración de hormona y son de un tamaño aproximado al de un grano de arroz, liberan la hormona escogida de manera sostenida, lineal, de forma similar a como trabajan el ovario y el testículo, detallan los expertos. Teniendo en cuenta los datos de los niveles hormonales, la sintomatología y otros factores, como el peso y la altura de la persona, deciden cuánta cantidad y qué tipo de hormonas conforman el pellet, cuya elaboración se encarga a un laboratorio o farmacia.
Una vez implantado, el suministro de hormona dura entre 3,5 y 5 meses. En ese tiempo, se disuelve y se reabsorbe, y para continuar con el tratamiento debe implantarse uno nuevo. El pellet se implanta de forma subcutánea en una zona donde haya grasa. Es un procedimiento de microcirugía en la que “se realiza una incisión de 0,4 milímetros, y dura menos de 10 minutos”, explica Montiel.