Por razones ecológicas, económicas o por simple comodidad, este método se está convirtiendo en los últimos tiempos en una opción preferida ante las toallas higiénicas y tampones que anualmente puede costar más de 10.000 pesos frente a los 2000 (por 10 años que se puede usar la copa). Además, al estar fabricada de silicona médica, evita la acumulación de gérmenes e infecciones.

De la redacción de EL NORTE
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Las primeras copas menstruales comenzaron a aparecer en la década de 1930, con la patente presentada en 1937 por la actriz estadounidense Leona Chalmers. Sin embargo, fue recién durante los últimos años que las copitas ganaron mayor espacio en la cotidianidad de las mujeres y surgieron versiones más modernas y anatómicas fabricadas de silicona, caucho o látex.
A principios de la década de 2000, Eileen y Su, dos emprendedoras de Reino Unido, decidieron lanzar al mercado “Mooncup”, la primera copa menstrual de silicona reutilizable con el objetivo de promover una regla “más segura, más eco y más barata”. Atentando así contra las históricamente instaladas toallas higiénicas y tampones desechables.
En aquella época, todo lo referido al período de las mujeres aún confería un tema tabú en el mundo occidental, del que poco se hablaba y, por lo tanto, poca información también circulaba. Por ello, cuando empezaron el proyecto ya hace dos décadas, las primeras impulsoras debieron superar miradas de asco y desconfianza.
Animarse al cambio
El producto posee forma de una pequeña copa y está hecho de un material maleable que se adapta a la anatomía del cuerpo y no genera ninguna molestia dentro de la vagina. Además, se pueden encontrar de diferentes tamaños: de 4 a 6 centímetros de largo y 3 a 5 cm de diámetro en la parte superior. Todo depende de la edad de las personas y la intensidad de su flujo menstrual.
Fue recién en 2016 cuando este producto comenzó a ser protagonista en el boca a boca del mundo femenino en Argentina. De a poco, se pudieron notar ciertos adhesivos en las puertas de los baños de bares y restaurantes, universidades, clubes que promovían el uso de las copitas, revelando sus beneficios. Como todo lo nuevo, generó cierto recelo ya que venía a desbancar los productos de higiene menstrual convencionales. Sin embargo, a través de los años miles de mujeres empezaron a animarse al cambio, quienes posteriormente la recomendaron cada vez más con mayor efusividad. Lentamente, todas estas creencias y falsos mitos sobre la regla fueron evolucionando hacia un tema más del que toda la sociedad se encuentra al corriente este 2023.
Beneficios
Entre los beneficios del uso de la copita, se ubica el hecho de que puede ser utilizada por un lapso máximo de 12 horas seguidas, sin quitarla. Desde ya, para aquellas mujeres que tienen un flujo menstrual muy abundante, se recomienda cambiarla después de 4 o 6 horas.
Sin embargo, más allá de la comodidad y practicidad que confiere al no tener que estar constantemente pendiente del período menstrual, actualmente constituye una opción comprobadamente más económica y ecológica. Una persona que menstrúa cuatro días, se estima que necesita un paquete de 16 toallitas femeninas. La marca más económica de este producto cuesta $460 aproximadamente. Sumando una tableta de ibuprofeno para los cólicos menstruales, que salen en promedio $400, sumarían $860 mensuales. Por lo tanto, unos $10.320 anuales. Realizando una comparación con la copa menstrual, solo se debería abonar el valor de compra, unos $2000 aproximadamente, ya que varía de acuerdo a las marcas. Sumado a que siguiendo sencillas pautas médicas de higiene y buen uso, es completamente seguro y puede durar hasta 10 años.
Si bien refiere a una cuestión que depende de cada una, se puede notar que mientras miles de personas menstruantes jóvenes deciden hacer ‘el paso’ de las toallas higiénicas o lavables, protectores y tampones en dirección a las copitas, otras miles, que se encuentran más cerca de la menopausia, optan por continuar con el mismo producto que usaron siempre.
Limpieza
Antes del primer uso, se debe realizar una esterilización casera hirviendo el objeto durante cinco minutos con agua caliente en el fuego o en el microondas. Muchas marcas ya ofrecen un envase específico para esta esterilización.
Durante el ciclo, se recomienda higienizar con agua y jabón neutro entre usos. Cuando pare la menstruación, se debe seguir el mismo proceso de ebullición. Guardar la copa en el recipiente (generalmente una bolsa de tela) mientras no esté en uso, y cuando el ciclo comience nuevamente, hervir el dispositivo en agua caliente.
Eliminando tabúes
Semanas atrás, la modelo e influencer Sofía “Jujuy” Giménez se mostró en el magazine que conduce Georgina Barbarossa por Telefé, con una mancha en su pantalón que simulaba sangre de menstruación, uno de los grandes miedos que padecen las mujeres. Se inició así, en la pantalla chica y en redes sociales una conversación sobre la menstruación y sus tabúes, un tema que los feminismos vienen impulsando en el país en la agenda política y mediática hace varios años. El episodio que se mostró como un “percance” al aire, resultó una actuación como parte de “una campaña de concientización” de la marca de tampones y toallitas íntimas Kotex.
“No es una simple campaña publicitaria, es algo con concientización. La idea era marcar el tema, plantearlo en la mesa y que se cuestione”, contó la modelo e influencer en el mismo programa junto a Barbarossa. Y añadió: “Quiero empezar agradeciendo porque fue impresionante la cantidad de mensajes que recibí de todos lados… impactó muchísimo porque es algo que no está naturalizado”.
Programa Nacional
Argentina es el primer país en América Latina que elaboró y discutió leyes en torno a la salud menstrual. Desde 2020 hay municipios de Buenos Aires y provincias que gestionaron provisión gratuita de estos productos. Además, entró en comisión una ley nacional de salud menstrual. En 2021, el Ministerio de las Mujeres lanzó el programa “Salud y Gestión Menstrual” con el objetivo de lograr una salud integral, reducir la brecha de desigualdad económica que existe entre las personas menstruantes e impulsar el uso de productos sustentables para cuidar el ambiente.
EPÍGRAFE. Las personas menstruantes jóvenes son las que menos prejuicios tienen al momento de las elecciones en materia de gestión menstrual.
/ ILUSTRACIÓN WEB