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San Nicolás de los Arroyos
jueves, 12 septiembre, 2024
Edición Diaria
Edición N°

“La fe en el Resucitado desencadena el compartir”

HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan (Jn. 20,19-31)

Por Hugo Norberto Santiago
Obispo de la Diócesis de San Nicolás

“Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: ‘¡La paz esté con ustedes!’. Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: ‘¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes’. Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: ‘Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan’. Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: ‘Hemos visto al Señor!’. Él les respondió: ‘Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré’. Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: ‘¡La paz esté con ustedes!’. Luego dijo a Tomás: ‘Trae aquí tu dedo; aquí están mis manos. Acerca tu mano; métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe’. Tomás respondió: ‘¡Señor mío y Dios mío!’. Jesús le dijo: ‘Ahora crees, porque me has visto. ‘¡Felices los que creen sin haber visto!’. Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre”. Palabra del Señor.

Agradecemos la incredulidad de Tomás

Tenemos que dar gracias a la incredulidad de Tomás, primero, porque nosotros habitualmente nos parecemos a él; nos cuesta creen que Jesús viva resucitado, que actúe y que, como nos prometió, unidos a Él tendremos Vida en abundancia, porque estamos llamados a tener su paz y su amor por los demás en esta vida y a resucitar como Él más allá de esta vida; segundo porque la incredulidad de Tomás hace que Jesús se le manifieste con un realismo increíble, mostrando sus llagas y su costado atravesado por la lanza, e invitando a Tomás a tocarlas con sus dedos.

El microscopio de la fe

Si me perdonan el ejemplo –que no es muy adecuado, pero ilustra–, Jesús es como el COVID-19, está, pero no se ve, porque la presencia del Resucitado es una presencia espiritual. Pero, así como al COVID-19 lo descubrieron potentes microscopios utilizados por los científicos, la fe es el microscopio que nos permite descubrir a Jesús Resucitado vivo y actuante. ¿Cómo adquirir, entonces, el microscopio de la fe para ver a Jesús Resucitado? En realidad, no se compra en ningún lado, ni siquiera en “Mercado Libre”, es un regalo que hay que pedir a Dios en la oración, si fuera necesario, de manera insistente, especialmente la meditación cotidiana de la Biblia, sobre todo el Nuevo Testamento. Reflexionando la Palabra de Dios, que es Jesús mismo que habla, vamos desarrollando la fe y detectando su presencia que se hace luz para nuestra poca capacidad de ver la realidad; fortaleza en nuestra natural fragilidad que hace que rápidamente nos deprimamos con los obstáculos de la vida; remedio de nuestras enfermedades y defectos, auxilio en toda necesidad.

La fe genera la compasión

La palabra compasión no tiene el significado que solemos darle comúnmente de ‘lástima’. De la raíz «cum-panio», significa ‘compartir el pan’ y se aplica simbólicamente a compartir las alegrías, los desafíos y sufrimientos de quienes nos rodean; por eso expresa el amor y la misericordia, que significan sentir desde las propias entrañas el sufrimiento de los demás y poner un gesto. Así la fe en Jesús resucitado genera el amor, nos hace salir de nuestro narcisismo y comenzamos a verlo en el enfermo y lo visitamos; en nuestro empleado y hacemos maravillas con nuestra creatividad para no cerrar nuestra fábrica o comercio; lo vemos en el que se siente solo y nos acercamos como compañía y consuelo; lo vemos en aquellos que en estos tiempos de severo ajuste económico se han quedado sin trabajo o les falta el pan de cada día y organizamos un comedor o un merendero; lo vemos en el joven que nació marginado y terminó en una cárcel y lo visitamos aliviando su tremenda cruz; lo vemos en la mujer que ha sufrido violencia y creamos un lugar de contención animado por voluntarios que dan su tiempo y su capacidad. En síntesis, así, como Jesús, aprendemos a ser felices promoviendo a otro; un hijo, un alumno o alguien que está “fuera del sistema”; así Jesús resucitado presente en nuestros hermanos más vulnerables nos enseña a reconciliar, a integrar, a contener y a ser artífices de una nueva civilización que nació con el Resucitado. La fe en Jesús resucitado desencadena al amor, motiva al compartir y hace que nos ayudemos a llevar nuestras cargas los unos a los otros.

Feliz domingo.

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