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San Nicolás de los Arroyos
jueves, 28 septiembre, 2023

Edición N° 4548

“La vida, los desafíos y el sentido”

HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Mateo (Mt 16, 21-27).

Por el monseñor Hugo Norberto Santiago
Obispo diocesano de San Nicolás



«Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: “Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá”. Pero él, dándose vuelta, le dijo a Pedro: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino de los hombres”. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras”».
Palabra del Señor.

Placer y sufrimiento

Jesús anuncia los desafíos que le esperan, es decir, que tendrá que ser rechazado, sufrir y morir en la cruz pero que resucitará al tercer día; también nos pronostica que el que pierda su vida por los demás la ganará. Pascua significa ‘paso’, en este caso, el paso de Jesús de la muerte a la vida nueva de Resucitado. Jesús muestra el misterio del hombre, quiénes somos y lo que cada uno tendrá necesariamente que asumir en esta vida más allá de que lo quiera o no. Somos como un pez que es metido en una pecera; de allí en más tendrá que vivir las condiciones que le brinda el agua, esté limpia o contaminada, tenga muchos o pocos alimentos. La sociedad de consumo nos quiere hacer creer que se puede pasar la vida disfrutando, viviendo sólo lo agradable, lo placentero. Bien pronto, incluso en la juventud, la vida nos muestra que es mezcla de placer y de sufrimiento, de paz y de conflicto, de trabajo y de descanso, de quietud y de movimiento, de abundancia y de escasez, de logros y frustraciones, de salud y de enfermedad, en fin, de muerte y de vida. Tal vez lo lindo de la vida, el placer, la paz, el descanso, la quietud, no genera en nosotros muchos interrogantes, simplemente disfrutamos esos momentos, a veces sin agradecerlos a Dios; en cambio, cuando nos toca experimentar el sufrimiento, el conflicto, el trabajo sacrificado, la frustración, la enfermedad, la muerte, nos preguntamos ¿por qué a mí? En realidad debiéramos preguntarnos ¿por qué no a mí?, ya que la vida es así. Pedro es el ejemplo clásico de quien no entiende cómo es la vida cuando le dice a Jesús: “No te pasará, no vas a sufrir, no vas a morir”.



La pregunta de sentido

La pregunta que tarde o temprano surge ante estos desafíos es: Qué sentido tiene la vida?, ¿Qué sentido tienen el sufrimiento, el conflicto, la frustración, la carencia, la enfermedad, la muerte? Una respuesta primera es la que nos da Jesús: la vida es una pascua, es un paso permanente, del cansancio al descanso, de la frustración a los logros, del conflicto a la paz, o al revés. Es decir, en esta vida no permaneces siempre en el mismo lugar, aunque te quieras quedar en el placer. Podríamos decirnos: “En esta vida no estarás absoluta y permanentemente en donde quisieras estar, serán solo momentos”. La pregunta de sentido sigue en pie: ¿Qué sentido tiene que la vida sea así? Una aproximación ética es que los momentos de sufrimiento, de carencia, de enfermedad, de frustración, son ambiguos, puede sacar lo mejor o lo peor de nosotros mismos. Ocurre un accidente, unos ayudan al accidentado y otros le roban sus pertenencias; hubo una pandemia, unos se solidarizaron y otros aprovecharon para sacar ventajas económicas; unos aplaudieron al personal sanitario y otros los quisieron marginar porque podían contagiar: la grandeza y la ruindad del hombre.

Amar, rescatar y promover

Jesús le dio a su sufrimiento y a su muerte sentido de amor y de rescate de la humanidad. Tenemos una respuesta de sentido: los momentos difíciles son una oportunidad para amar más y sacar lo mejor de nosotros mismos. Dime cómo mueres y te diré cómo has vivido. Los católicos decimos que en los momentos difíciles la gracia de Dios nos potencia, tiende a sacar lo mejor de nosotros mismos, por lo tanto, las pruebas de la vida son una oportunidad para activar nuestras capacidades de bien, de empatía, de construcción, de solidaridad, de servicio, de amor, de entrega. Por eso, una pregunta que nos podemos hacer es: ¿las crisis que he tenido sacaron lo peor o lo mejor de mí? También podemos actualizar la pregunta y hacerla en plural: ¿Qué actitudes tenemos que pedirle a Dios los argentinos para salir de la profunda crisis moral y socioeconómica que vivimos y para crear una patria de hermanos, donde haya más equidad y todos vivamos mejor?  ¡Buen domingo!

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