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San Nicolás de los Arroyos
viernes, 26 julio, 2024

Edición N° 4849

LAS INDIGNACIONES SELECTIVAS DE LA GUERRA

CRÓNICAS DE LA TIERRA MEDIA

El mundo se estremece ante la invasión de Rusia a Ucrania y la feroz guerra declarada de Alberto contra la inflación, dando lugar a una contraofensiva de tiktoks y memes queriendo hacer mella en el oso de Putin y hacer retroceder a los del Kremlin. Lo mejor para superar el estrés de esta situación es pensar que Ucrania es Siria, que Rusia es Estados Unidos y ahí la percepción del asunto cambiaría radicalmente. 

Germán Rodríguez
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En la Ilíada Aquiles vence en batalla al héroe troyano Héctor y ultrajando el cuerpo del vencido lo arrastra por el frente de la ciudad para terminar de humillarlo. La crudeza del relato griego donde no había ni buenos ni malos, mezclando a los dioses y sus arrebatos de furia humanos era más sincero que lo que la actualidad nos muestra del conflicto entre Ucrania y Rusia.

¿Cómo evitar el estrés que provoca el continuo bombardeo (palabra desubicada teniendo en cuenta lo que pasa) de información respecto a lo que padecen los ucranianos y cuya única versión conocemos del conflicto? Fácil. Pensemos que Ucrania es Siria, que el conflicto es en Medio Oriente y que Rusia es Estados Unidos. Entonces la visión cambiará, supondremos que por algo será la invasión, que el líder ucraniano es un genocida y que las tropas rusas están salvando al mundo de alguna devastación nuclear, lo que pareciera que dicen del lado oriental de la historia.

Lo que más impresiona de este conflicto es que por algún extraño motivo los internautas de las redes sociales se impresionan de que a esta altura de la historia de la humanidad todavía existan las guerras, pensando que el ser humano había avanzado y que los conflictos bélicos entre naciones eran cosa del pasado, ya que a Medio Oriente y África, Occidente nunca tiene muy en cuenta salvo por los recursos. Este razonamiento no tendría ningún tipo de sentido atendiendo la carrera armamentística que nunca se detuvo y que trajo una relativa era de pocos enfrentamientos merced al miedo nuclear.



Seguimos siendo los mismos seres violentos de hace miles de años, pero es el temor al castigo del más poderoso lo que nos detiene. Así como Thomas Hobbes dijo que el hombre es lobo del hombre, y que la única manera de que pueda convivir bajo las leyes del Estado era por el temor al castigo de este, siendo el Leviatán el lobo más grande. Lo mismo sucede a nivel de naciones, donde las leyes y el relato de la historia la imponen los Estados mejor armados, los más poderosos, los que se la pisan, los que de golpe trastocan el plano geopolítico y justifican la barbarie, porque la historia la escriben los que ganan (pocas veces hemos escuchado relatos de imperios victoriosos en los que no hayan actuado en nombre de la justicia derrocando a dictadores diabólicos) y surge un nuevo orden mundial controlado bajo la espada de Damocles de las armas nucleares. 

Estados Unidos mantuvo su hegemonía por ser el matón del mundo, pero siempre aparece algún muchacho grandote como Rusia o China que pueden trastocar lo que parecía un orden y entra en conflicto la imposición de poderes.

La famosa Guerra Fría, que fue un período de paz internacional solo sacudido por pequeñas batallas en países poco conocidos, nos había dado la sensación de que habíamos evolucionado y entendido que la violencia no resuelve nada. Pobres bobos, solo estábamos en la pausa nuclear, en el miedo de dos gigantes fuertemente armados que de pelearse podían llevarnos a una devastación apocalíptica. Nunca entendimos la paz, solo el miedo.



Así somos

Y Ucrania nos preocupa solo porque le preocupa a Occidente y nada más, porque nos cuesta ver humanidad en aquellos que no conocemos o no nos dan a conocer. En el ámbito local nos indigna la muerte de vecinos de la clase media y trabajadora, aquellos que sentimos como iguales, pero no nos mueve ni un pelo el deceso de algún ciudadano extranjero (según qué país) o indigente, como si su humanidad desapareciera por no pertenecer al mismo grupo socioeconómico o cultural, como si su culpa fuera nacer en otro lado. No evolucionamos para nada, nos volvimos más hipócritas, más absurdos. Hoy organizamos torneos de tiktoks para apoyar a Ucrania y volvemos a mirar en el mapa para tener una noción de donde se encuentra. Contamos en las colas de supermercado lo que está sucediendo como si fuéramos expertos en geopolítica y compramos rápidamente la teoría de que Putin es Hitler y de que Europa es un objetivo. Buscamos respuestas rápidas, sencillas y entendibles porque en estos tiempos de información acotada y en la que necesitamos entretenernos, no podemos perder el tiempo tratando de entender en profundidad las cosas. Un video de más de cinco minutos explicando el conflicto es un largo tiempo perdido. Y así estamos.

La Argentina entró también en la guerra contra la inflación y como al igual que en el amor, todo vale. Agárrense con la contraofensiva. 

Si es un chiste, no lo entendí.

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