
Se estableció el 3 de junio como el Día del Inmigrante Italiano, en reconocimiento a aquellos que con valor y sacrificio trabajaron por la grandeza de la Argentina.
Se eligió esta fecha por ser el día del nacimiento de Manuel Belgrano, como un homenaje a los italianos que han enriquecido el patrimonio espiritual, cultural y material de la Patria Argentina. Entre aquellas familias de inmigrantes, la historia destaca a la conformada por don Domingo Belgrano Pérez, un genovés llegado a Buenos Aires previo paso por España, y por doña María Josefa González, hogar en el cual nació el 3 de junio de 1770 Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, creador de la Bandera Nacional.
El ‘Día de los inmigrantes italianos’ se estableció en Argentina en octubre de 1995, y el 28 de mayo fue establecido también por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Puertas abiertas
A partir de la sanción de la Constitución Argentina en 1853, el pueblo italiano sintió que las puertas de este país estaban abiertas de par en par a sus sueños y aspiraciones. Prepararon sus valijas y con el alma aventurera y sin miedo a lo desconocido, como la mayoría de los pueblos latinos, ganó espació a la mar y se convirtió en una de las comunidades más numerosas de inmigrantes en nuestro país.
Así, arribaron a estas tierras comerciantes, industriales, técnicos, operarios y hasta algunos artistas, pero la mayoría de los recién llegados fueron agricultores que trajeron la cultura del duro trabajo campesino.
Su presencia colmó los infinitos campos argentinos y se convirtieron en los pilares fundamentales del progreso del país, sobre todo en la primera mitad del siglo XX.
Su primer destino fue Capital Federal y el -por entonces en formación- Gran Buenos Aires. La Boca del Riachuelo se convirtió en un símbolo de esa nacionalidad a tal punto que, en una oportunidad, propusieron crear una república independiente en ese sector de la capital argentina.