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San Nicolás de los Arroyos
martes, 30 mayo, 2023

Edición N° 4429

“¡SÓLO DIOS PUEDE HACER ESTO!”

HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan (Jn. 11,1-45).

resurrection of lazarus – St Vincent de Paul Sisters convent – Betania, Bethania- Israel

Por el Monseñor Norberto Hugo Santiago
Obispo de la diócesis de San Nicolás



“Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta. Su hermano Lázaro era el que estaba enfermo. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: ‘Señor, el que tú amas, está enfermo’. Al oír esto, Jesús dijo: ‘Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella’. Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando oyó que éste se encontraba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Después dijo a sus discípulos: ‘Volvamos a Judea’. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: ‘Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas’. Jesús le dijo: ‘Tu hermano resucitará’. Marta le respondió: ‘Se que resucitará en la resurrección del último día’. Jesús le dijo: ‘Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ‘¿Crees esto?’ Ella le respondió: ‘Si, Señor, creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo’. Jesús, conmovido y turbado, preguntó: ‘¿Dónde lo pusieron?’ Le respondieron: ‘Ven, Señor, y lo verás’. Jesús conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima, y dijo: ‘Quiten la piedra’. Marta, la hermana del difunto, le respondió: ‘Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto’. Jesús le dijo: ‘¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?’ Entonces quitaron la piedra, y Jesús levantando los ojos al cielo, dijo: ‘Padre, te doy gracias porque me oíste. Yo sé que siempre me oyes, pero lo dicho por esta gente que me rodea, para que crean que Tú me has enviado’. Después de decir esto, gritó con voz fuerte: ‘¡Lázaro, ven afuera’! El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: ‘Desátenlo para que pueda caminar’. Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en Él”.
Palabra de Dios.

¡Jesús no puede ver a su amigo muerto!

Jesús llega al máximo de los signos que lo presentan como el Hijo de Dios hecho hombre: Resucita a Lázaro su amigo, mostrando que Dios misericordioso y compasivo, no puede ver al hombre, su amigo, muerto. Lázaro vuelve a vivir después de estar cuatro días muerto. Este último dato le da al milagro un realismo impresionante; no hay dudas, Lázaro estaba bien muerto, ya “olía mal”, como señala su hermana Marta. Por otra parte, no se trata de la resurrección que esperamos en una nueva forma de vida más allá de esta vida, Lázaro, por el milagro de Jesús, vuelve a vivir en ‘esta’ vida. Jesús no puede ver a su amigo muerto y lo resucita.

El milagro es vivir

Por otra parte, si sabemos ver, vivir es un milagro y ya en ese hecho podemos ver la mano de Dios. Dice en este sentido el teólogo Olegario González de Cardedal: “Lo radicalmente admirable es que quienes no tenemos fundamento en nosotros mismos, ni para ponernos en el ser, ni para mantenernos en el ser, ni para erradicarnos del ser, sin embargo, existamos. La conciencia de esta realidad genera una actitud de asombro agradecido y de alabanza incesante por el admirable don de la existencia”. En otras palabras, no nos dimos la vida a nosotros mismos ni la pedimos, tampoco tenemos poder para mantenernos en ella, sin embargo, ¡vivimos! Esto es lo radicalmente admirable. Ver la mano de Dios aquí, asombrarnos y darle gracias, no es difícil.



Transformación

En cuanto al fundamento para que Dios no nos deje en la muerte, este teólogo dice: “Dios, el Dios verdadero, que nunca ha sido cruel, envidioso o despreciativo de los hombres sino generoso, fiel y benévolo con la obra de sus manos, no puede haberlo creado para juguete suyo durante un tiempo y luego despreciarlo hasta el extremo de anegarlo en la nada. El Dios de la vida es inconciliable con la supremacía última de la muerte. Desde este fundamento podemos pensar que lo que llamamos muerte del hombre es la cesación biológica de su forma conocida de existencia. Por ella puede ser introducido a otra forma nueva de vida, con la consiguiente angustia y angostura, ya que él sólo se reconoce persona y biografía en la única forma de vida que hasta ahora ha tenido”. En otras palabras, si nunca hubiésemos visto una planta, ¿Quién hubiese creído que de la semilla que se pudría en la tierra nacería esa planta que ahora vemos? Y sin embargo es así, aunque no lo veíamos, en lo que parecía muerto latía una nueva forma de vida. Buen domingo

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