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San Nicolás de los Arroyos
sábado, 27 julio, 2024

Edición N° 4849

HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA

“Confianza o escepticismo”
Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Mateo. (Mt. 21, 28-32)

Por monseñor
Hugo Norberto Santiago
Obispo de la Diócesis de San Nicolás

“Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: ‘¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: ‘Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña’. Él respondió: ‘No quiero’. Pero después se arrepintió y fue. Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y éste le respondió: ‘Voy, Señor’, pero no fue. ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?’ ‘El primero’, le respondieron. Jesús les dijo: ‘Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo se han arrepentido ni han creído en él’”. Palabra del Señor.

Incumplimiento de promesas

El Evangelio de este domingo nos presenta un caso de incumplimiento de la palabra dada: el primer hijo le promete al padre que va a ir a trabajar a su viña pero luego no va. Desde la interpretación cristiana de la realidad, el pecado ha creado una grieta en nuestras personas de modo que nos cuesta ser coherentes o íntegros. Dicho de otro modo nos cuesta cumplir la palabra dada, y el motivo es que la grieta, antes de estar fuera, está dentro de nosotros mismos. Por eso solemos decir “del dicho al hecho hay un trecho”. Una cosa es prometer y otra realizar.

Motivos

Un motivo es que el pecado ha generado en nosotros una mala voluntad que nos lleva a mentir; es cuando una persona promete algo a otra para ilusionarla, para que lo apoye en sus proyectos presentados como buenos, pero sabe desde el vamos que lo que promete es imposible de cumplir. La persona que lo hace tiene un propósito egoísta, quiere conseguir un puesto que le será rentable y no le interesa el bien común, pero para conseguir su propósito necesita presentarse como un hombre sensible y solidario con todo el apoyo mediático posible. Esta es una de las razones por las cuales la política argentina ha ido generando escepticismo en los ciudadanos, la mayoría de los cuales hoy no cree en las promesas de las campañas previas a las elecciones. Tantas veces han escuchado promesas incumplidas que, aunque algunos presenten sinceramente proyectos que desean cumplir, la gente no les cree. Es el daño profundo que provoca la mentira. Para volver a creer se necesitará un proceso más o menos largo de buena voluntad, de verdad, de promesas cumplidas. Esto mismo se puede aplicar a cualquier ámbito de vida; la sinceridad o no en la vida matrimonial, laboral o religiosa. Cumplir la palabra genera confianza, no cumplirla genera escepticismo. Podríamos inventar un lema: “Si quieres confianza, cumple la palabra dada”.



Rescate

Los cristianos creemos que el rescate que ha hecho nuestro Señor Jesucristo de la humanidad, mediante el sacrificio de la cruz, ha sido que el Espíritu Santo se ha derramado en nuestros corazones desde que nos bautizamos y fuimos hechos hijos de Dios, de modo que en un proceso de “tratamiento prolongado” ese Espíritu va sanando las grietas de nuestras personas devolviéndonos la integridad, la recta intención y el amor al prójimo que supone una opción sincera por el bien común. A partir de allí la persona deja de vender humo, se hace el firme propósito de no mentir porque es la verdad la que nos hace libres y genera confianza. Por lo tanto, cuando promete algo referido al bien común de un club, una escuela o una localidad, ha estudiado previamente y en equipo, en un trabajo interdisciplinario, la posibilidad de cumplir lo prometido, más aún si se trata de un proyecto grande y complejo que hace al bien común de un país. La gracia de Dios nos da la capacidad de superar el egoísmo y el individualismo, nos da un corazón grande como el de un padre de familia, nos da conciencia de nuestra responsabilidad para con todos los miembros, especialmente los más desvalidos. En otras palabras, la Iglesia católica no cree que nos rescatamos solos, cree, por el contrario, que valores como los mencionados son un regalo que hay que pedirle a Dios humildemente todos los días. Por lo tanto, si queremos hacer grande a nuestra patria, si queremos devolverle la confianza a la gente, si queremos ser hombres de palabra que prometen y cumplen, tenemos que volver a rezar, sí, pedírselo a Dios: “Mira, Señor, a nuestro pueblo escéptico y agobiado, con más de cuarenta por ciento de pobres, es decir, dieciocho millones de habitantes, danos el regalo del amor por el bien común, regálanos la gracia de ser personas íntegras que cumpliendo la palabra dada vuelvan a generar confianza en la posibilidad de una vida más digna para todos”.

Buen domingo.

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